miércoles, 3 de octubre de 2018

Jesús y la higuera.



Jesús y la higuera.
     La historia de Jesús delante de sus discípulos, cuándo va a la higuera a buscar fruto para saciar su hambre, es una historia que nos deja pensativos, a muchos de los que anhelamos servir a Dios. Veamos:
San Marcos 11:12-14.
12- Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 13- Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. 14- Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.
     Muchas personas anhelan servir a Dios, en muchas maneras. Cuando empecé a servir por primera vez en mi vida, era tanto mi anhelo de servir a Dios, que yo quería trabajar en cualquier privilegio que me pusieran, ¡No me importaba si era limpiando los baños o cuidando la puerta, ayudando en la cocina, lo que me pusieran a hacer era un gran privilegio para mi. Pero habían dos lugares en los cuales me gustaba más trabajar: Limpiar los baños y limpiar el santuario. ¿Porque? en primer lugar, me gustaba porque yo quería que cuando Dios llegue al templo, lo encuentre muy limpio y con buen olor; me recuerdo que cuando limpiaba el púlpito, siempre decía dentro de mi ¡¡Quiero limpiar bien este lugar, porque desde aquí sale tu palabra!!, siempre me gustaba que quedara muy limpio, así como también las sillas donde nos sentabamos a escuchar la palabra que iba a ser predicada por nuestro pastor, además quería que cuando entraran a baño, se sintiera muy buen olor, esos eran mis deseos ardientes, que yo tenía en aquel tiempo.
     O sea que era tanto mi anhelo, ¡que pienso ! si hubiera llegado el Señor, así como lo hizo con la higuera, creo que no me hubiera sin dar frutos, y se hubiera agradado de mi.
     En este día me atrevo a decirle, ¿Cómo está tu higuera?, está lista para dar fruto o puras hojas.
Creo que la mayoría, que queremos servir: Si alguien llega a nuestra casa, lo queremos recibir bien y atender bien, para hacerlo sentirse bienvenido. Cuanto no más nuestro señor Jesús, servirle con amor, dar lo mejor de nosotros, para cuando nos pida que clase de frutos hemos dado, y si estamos caminando bien delante de Él, nunca va a rechazar nuestra obra en el trabajo de Dios.
     Así es que le ánimo en el nombre de Jesús, a que dé mucho fruto y no solo hojas.
Los frutos es los que quiere el Señor, las hojas no son para que el hombre se la empiece a comer poco a poco. Dios quiere que demos frutos para cuando el nos quiera usar estemos listos, así es que preparémonos para poder agradar a Dios en todo.
Bendiciones.
Pastor, Luis Molina.
"MCDD" Una iglesia para toda la familia.




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