viernes, 5 de abril de 2019

¡Alma mía alaba a Dios!


¡Alma mía alaba a Dios!
     Ya hemos visto la importancia de adorar a Dios en espíritu y verdad; también es importante: Hablarle a su alma para que alabe a Dios; así como lo hacía el rey David.  El corazón del rey era conforme al corazón de Dios; y aprendió no solo a adorar sino que también le hablaba a su alma para que le alabara. En varios de los salmos, menciona la alabanza hacia Dios.
Salmo 103:1-6
1- Bendice, alma mía a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 
2- Bendice alma mía a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. 
3- El es el quien perdona todas tus iniquidades, El sana todas tus dolencias; 
4- El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; 
5- El que te sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. 
6- Jehová es el que hace justicia Y derecho a todos los que padecen violencia.
     El rey David, era rico y a pesar de que tenía todo lo que quería, la prioridad del rey era adorar y alabar a Dios, todos los días de su vida. Aunque como todos sabemos; David pecó y falló delante Dios y los hombres. Pero David tenía un secreto que le agradaba a Dios: Con este secreto logró conquistar el corazón de Dios, dicho secreto está a la luz de las Sagradas Escrituras y lo podemos ver en todos los salmos que escribió: Si observamos con atención todos los salmos, son cantos de adoración, alabanza, y poemas, los cuales se los dedica a Dios en una forma tan profunda de agradecimiento, que logró conquistar el corazón de Dios.
     En este día, le estoy mostrando uno de los secretos más poderosos para conquistar el corazón de Dios, esto es: Por medio de la adoración y la alabanza. Pida a su alma que alabe y adore a Dios; y cuando esto pasa, Dios responde. Vuelva a leer el salmo 103 del 1 al seis y observe todos los beneficios que obtiene al pedir a su alma que alabe y que adore a Dios.
Bendiciones.
Pastor, Luis Molina.
MCDD. Una iglesia para toda la familia, adorar y exaltar el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

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